domingo, 9 de noviembre de 2008

Richter y el Tao

Nota extraída del libro Gerhard Richter The daily practice of painting
16 January 1984. My pictures are devoid objects; like objects, they are themeselves objects. This means that they are devoid of content, significance or meaning, like objects or trees, animals, people or days, all of wich are there without a reason, without a function and without a purpose. This is the quality that counts. (Even so, There are good and bad pictures).

Gerhard Richter es un pintor alemán nacido en 1932, en Dresden. Actualmente uno de los más reconocidos del mundo.

La constante en su obra es no tener precisamente una constante definida, es la búsqueda incansable de un no estilo debido a que el estilo genera violencia, así como el rechazo a tener una postura ideológica, ya que las posturas legitiman la guerra (vivir un escenario en la juventud tal como el de Alemania Oriental en la Segunda Guerra es razón suficiente para no desear nunca más una postura).

Hay en la praxis de este veterano de la pintura aspectos paralelos a la visión budista y también similitudes con la taoísta, abordando a la realidad como el suceder metafísico que trasciende nuestras capacidades de entendimiento. Al ser naturaleza el inconsciente y los procesos de la imaginación, son infinitamente más inteligentes y astutos de lo que nuestro limitado marco de razón puede concebir, el hombre es trascendido por su propia naturaleza; ser parte de un universo mucho más vasto.

Esto es en lo que se basa su versatilidad en la pintura, el que pueda pasar de un estilo a otro como si fuera un camaleón; el confía en la realidad pero no en su percepción de ella igual que en el taoísmo, cuando pinta un objeto no pretende representar la realidad, sino la representacionalidad del mundo, al objeto como "si mismo" ya que el objeto es una construcción mental, un proceso de abstracción propio del hombre, en el Tao la realidad que se nombra no es verdadera, sin embargo las manifestaciones que se dan en su flujo tienen la esencia de Tao. Son este tipo de paradojas que rompen con la lógica del lenguaje las que permiten ampliar el panorama mas allá de lo establecido, Richter resuelve de manera similar, cuando intenta entender lo que ve, lo trata de pintar, después se da cuenta de que no puede representar lo que hay en realidad, sino solo representa al objeto en sí, por lo tanto el lienzo es realidad. Cuando pinta cuadros abstractos, los interpreta como modelos imaginarios porqué hacen visible una realidad que no se puede ver o describir, pero que su existencia podemos postular. Esto es parecido a los versos del primer poema del libro Taoísta: Tao es todo lo que existe y puede existir; El Mundo es solo un mapa de lo que existe y puede existir.

Para él la pintura no debe ser crítica aunque el mismo pintor lo sea constantemente en su vida y debe ser libre de posturas que contaminen esa armonía, esa neutralidad. En el Tao verso 42 se dice que la virtud lleva a la contención, la contención a la aceptación, la aceptación a la armonía. Esta estrategia para pintar le permite moverse de un dominio a otro, ser un caracol que cambia de caparazón, una serpiente que muda de piel, imponer la voluntad ante las pasiones y actuar a la inversa como en las visiones de la filosofía oriental. 

Concluyo aclarando que no pienso que Richter esté directamente basado en estas filosofías ni que las ignorara, todo conecta con todo, sólo es necesario remarcar el cómo a través de la práctica artística, en este caso particular la pintura con lenguajes y dominios distintos se puede llegar a reflexiones, llegar a formas de enfrentar al mundo que funcionan de manera similar a las de estas antiquísimas visiones pero con un enfoque único que valida a esta praxis pictórica como un punto de profundo equilibrio en este mundo de apariencias y no sólo un fetiche comercial, como se quiere ver al arte en la contemporaneidad.

Denominado por muchos el Picasso del siglo XXI Gerhard Richter le da un respiro al arte en tiempos de intentos de asesinato por asifixia y depresión. No por esto le duelen las desorbitadas sumas de dinero que se pagan por sus cuadros.

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